¿Es malo para la salud comer huevo?


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María Dolores del Castillo Bilbao, CIAL-CSIC Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación y María Luz Fernández, University of Connecticut

¿Alguna vez ha dejado de comer huevo porque piensa que puede afectar negativamente a su salud cardiovascular? Es cierto que los huevos contienen colesterol (aproximadamente 210 miligramos por unidad), pero también son una fuente insuperable de nutrientes.

Este alimento presenta un alto contenido de vitaminas y minerales que son esenciales para su salud (Tabla 1). Su incorporación en una dieta balanceada es esencial para reducir el riesgo de muchas patologías y lograr una recuperación adecuada tras la enfermedad.

Los huevos contienen dos carotenoides llamados luteína y zeaxantina. Estos compuestos son captados por la mácula del ojo protegiéndola de su degeneración y el desarrollo de cataratas. Los huevos también contienen colina, que es un componente esencial para la memoria en todas las edades, desde el feto hasta el anciano adulto.

En estudios realizados por nuestro grupo, los voluntarios de distintas poblaciones (niños, adultos jóvenes y mayores, individuos a régimen para perder peso, prediabéticos, diabéticos y otros) consumieron entre 2 y 3 huevos por día.

Se observó que las dos terceras partes de los individuos no incrementaron los niveles de colesterol en sangre tras un mes de tratamiento. Los individuos en los que se observó un incremento de este parámetro mostraron un aumento en los valores tanto de LDL (colesterol malo) y HDL (colesterol bueno) de tal manera que el riesgo de enfermedades cardiovasculares no cambió. En otro estudio en que los sujetos consumieron un huevo por día, se encontró únicamente un incremento en los valores de colesterol bueno (HDL).

Estos resultados indican que no debemos preocuparnos acerca del consumo de huevo y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Tabla 1. Información de la composición en vitaminas y minerales (por 100 g de porción comestible) del huevo de gallina fresco. CC BY

Estudios epidemiológicos también han demostrado que el consumo de huevo no está asociado a un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Al hacer los análisis, los investigadores encontraron que tanto si un individuo consume un huevo por semana como si lo consume a diario, el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares es el mismo.

Por ese motivo los países de Europa, así como India, Corea, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, entre otros, no tienen recomendaciones de colesterol en la dieta. Recientemente, en las guías dietéticas de USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) se ha eliminado el límite superior del consumo de colesterol

¿Qué significa esto? Pues que no hay restricciones de consumo y que las políticas de estos países y de Estados Unidos están de acuerdo en que se puede comer huevo diariamente sin ningún riesgo para la salud cardiovascular.

La importancia de comer bien contra la covid-19

Los resultados preliminares del estudio Nutricovid realizado por el grupo de trabajo de Nutrición de la Sociedad de Endocrinología, Nutrición y Diabetes de la Comunidad de Madrid (Sendimad) indican que la infección por SARS-CoV-2 afecta al estado nutricional, funcional y a la calidad de vida de los pacientes con un pronóstico grave que requieren ingreso en la UCI.

El estudio se ha realizado con la participación de 16 hospitales de la Comunidad de Madrid y un total de 199 pacientes. Los resultados preliminares de este estudio apuntan a que los pacientes con covid-19 presentan un riesgo nutricional desde que se inicia la infección.

Por lo tanto, los autores de esta investigación concluyen que el tratamiento nutricional es una parte fundamental de su cuidado para la recuperación. El huevo es una fuente importante de nutrientes que pueden ser de ayuda en este sentido. Estas recomendaciones están en línea con las propuestas por otros expertos.

La Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM) se ha hecho eco de la relación que existe entre el nivel de vitamina D y el pronóstico de la covid-19, no necesariamente causal. Por eso ha propuesto el empleo de la vitamina, teniendo en cuenta el umbral de seguridad de 10 000 UI/día de colecalciferol o 4 000 UI/día de calcifediol.

Por otra parte, la deficiencia de este nutriente esencial se asocia al riesgo de otras enfermedades crónicas tales como hipertensión, enfermedad cardiovascular, diabetes, algunos tipos de cáncer y sobrepeso y obesidad. Todas estas se han asociado con una progresión grave en caso de infección por SARS-CoV-2. Algunos estudios preliminares apoyan la relación entre la deficiencia de vitamina D, la edad y una infección severa por covid-19, sugiriendo que la deficiencia de la vitamina podría tener un mayor impacto en los jóvenes.

A pesar de que esta vitamina puede sintetizarse por la exposición al sol y puede ser suplementada como fármaco, la contribución a través de la dieta es fundamental y la vía más segura para reducir el riesgo de su deficiencia.

Entre los alimentos que se consideran fuente natural de vitamina D destacan los pescados grasos y el huevo (Tabla 1). Estudios previos realizados por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid sugieren que los huevos son la segunda fuente más importante de vitamina D de la población adulta de la región precedidos por el pescado y seguidos por los productos lácteos, cereales, aceites y carnes.

En estudios realizados por estos mismos investigadores en escolares se observó que la mayor parte de la vitamina D de la dieta procedía de los huevos, seguidos de los cereales, pescados y lácteos. El pescado, a pesar de que es una fuente principal de vitamina D, es un alimento que es rechazado por los más jóvenes y algunos adultos por su sabor, textura y presencia de espinas.

En consecuencia, para no tener que recurrir a los suplementos farmacéuticos, el huevo sería la mejor fuente dietética de vitamina D para la población infantil y adulta.

La importancia durante el embarazo

Las mujeres embarazadas deben consumir huevo para proveer al futuro niño con colina, que ayuda al desarrollo del cerebro y con todas las vitaminas que el huevo tiene. Los niños se benefician de consumir huevo por los mismos nutrientes, colina y vitaminas. Los adultos, al consumir la luteína y zeaxantina, previenen el desarrollo de la degeneración macular y de las cataratas en años posteriores.

Las personas mayores se benefician de consumir el huevo porque es una fuente muy importante de proteína que protege contra sarcopenia o perdida muscular. Los ancianos se benefician también de luteína y zeaxantina, puesto que la degeneración macular es reversible y la colina ayuda a conservar la memoria. El huevo contiene además ácidos grasos omega 6 y 3 que intervienen en la salud visual y mental.

No hay evidencias científicas que apoyen una asociación entre la ingesta del huevo y el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Al contrario. Los huevos son fuentes de nutrientes y de otros componentes bioactivos que protegen contra el riesgo de padecer enfermedades no trasmisibles e infecciosas y contra las consecuencias negativas para la salud de padecer estas patologías. Refuerce su estado nutricional con la incorporación de huevos en su dieta diaria balanceada.The Conversation

María Dolores del Castillo Bilbao, Investigadora Científica del CSIC, Bioquímica y Dra. en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, CIAL-CSIC Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación y María Luz Fernández, , University of Connecticut

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Sin macrogranjas ¿podríamos consumir carne a un precio asequible?


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María Arias Álvarez, Universidad Complutense de Madrid; Clemente López Bote, Universidad Complutense de Madrid; Felipe José Calahorra Fernández, Universidad Complutense de Madrid; Manuela Fernández Álvarez, Universidad Complutense de Madrid y María Isabel Cambero Rodríguez, Universidad Complutense de Madrid

El fin primordial del sector agroalimentario en general, y de la ganadería en particular, es aportar a la sociedad alimentos de alto valor nutritivo y de alta calidad sanitaria y sensorial. El desarrollo científico y tecnológico de los últimos 60 años ha permitido incrementar la eficacia de los sistemas productivos, proceso conocido como intensificación. Esto ha posibilitado que la oferta de alimentos sea suficiente, amplia y asequible económicamente para la mayoría de la población mundial.

Respecto a la evolución del mercado en estas décadas, es interesante resaltar que el gasto medio familiar en alimentos ha descendido en España desde más del 50 % de su presupuesto hasta aproximadamente el 14 %.

El sistema agroalimentario español

Por sus condiciones climáticas, la ubicación y la capacidad y buen hacer de sus profesionales, el sector agroalimentario es especialmente pujante en España desde su incorporación a la Unión Europea en 1986. Supone un referente en la producción de alimentos, con un elevado potencial para convertirse en la huerta y granja de Europa.

Actualmente, el sector agroalimentario es uno de los principales motores económicos de España, con un elevado impacto en el comercio exterior, y es uno de los que más empleo genera (11,9 %). Se encuentra repartido por todo el territorio nacional, por lo que desempeña un papel esencial en la fijación de la población rural.

La cadena de valor agroalimentaria (producción, industria y distribución) aporta el 9,1 % del valor añadido bruto. Además, a nivel europeo, el sector agroalimentario español destaca por su productividad y competitividad (34,2 % y 30 % superior a la media de la Unión Europea, respectivamente). Cabe añadir que el sector agroalimentario contribuye de forma más o menos directa al desarrollo del turismo gastronómico, la restauración y al avance científico y tecnológico en este área.

Una prueba de la eficacia de nuestro sistema agroalimentario es su capacidad de responder a situaciones de crisis. Conviene recordar que en el periodo de confinamiento durante la pandemia de la covid-19, ha mantenido un abastecimiento ininterrumpido de todos los tipos de alimentos, cosa que no ha ocurrido en algunos países de nuestro entorno. Además, en 2020, las exportaciones de este sector se incrementaron en un 4,4 % mientras que la exportación general cayó un 10,3 %.

Vacas descansando en un prado de alta montaña.
Lo que algunas personas entienden como agricultura y ganadería tradicional disminuyó drásticamente, hasta casi desaparecer, hace más de cuatro décadas por razones económicas, demográficas y de bienestar de la población rural. Shutterstock / Irene Castro

Precios justos y accesibles

En una sociedad cada vez más desvinculada del medio rural, existe un desconocimiento generalizado de cómo se producen los alimentos de origen animal. Los sistemas de producción intensivos surgieron para satisfacer la alta demanda de alimento de una población mal nutrida, específicamente en los estratos sociales más desfavorecidos.

Lo que algunas personas entienden como agricultura y ganadería tradicional disminuyó drásticamente, hasta casi desaparecer, hace más de cuatro décadas por razones económicas, demográficas y de bienestar de la población rural. De hecho, el 80-90 % de los productos que consumimos actualmente proceden de la agricultura y ganadería intensivas. Esto es debido, en parte, a la falta de precios justos y a los altos costes de producción, lo que ha dificultado la supervivencia de las granjas familiares y ha favorecido la implantación de sistemas de producción más eficientes.

Es preciso aclarar que en la legislación española y comunitaria no existe el término “macrogranja”. La RAE ni siquiera lo contempla. Por analogía, es un término que se asocia a la producción intensiva y a granjas de gran tamaño, sin especificar el número de animales.

En la ganadería, como en cualquier otra actividad económica, la producción a gran escala permite reducir costes. Optimiza recursos humanos y de abastecimiento de materias primas, con sus ventajas e inconvenientes.

Por una parte, no puede discutirse el efecto que tiene la producción intensiva en la reducción de los precios. De forma generalizada, en todo el mundo, las granjas más pequeñas son menos competitivas y por ello su número es cada vez más reducido.

Mientras que los costes del pienso para los animales, la energía eléctrica, el agua y los combustibles han aumentado considerablemente, el precio de la carne se ha mantenido estable desde la década de 1980, gracias al avance de los sistemas de producción intensiva. Esto ha permitido que la carne, como alimento de alto valor nutritivo, sea accesible a todos los sectores sociales de España.

Hasta la primera mitad del siglo XX, el hambre y la subnutrición afectaban a más del 50 % de la población mundial. En la actualidad la subalimentación supone menos del 11 %. La mejora de la accesibilidad a alimentos de elevado valor nutritivo se refleja en la reducción de la incidencia de déficits nutricionales y el aumento de indicadores asociados a la salud (como la talla media y la longevidad).

Piezas de vacuno vasco y gallego en el mercado barcelonés de La Boquería. Shutterstock / Wirestock Creators

Sistemas de producción y calidad de la carne

Calidad es un concepto amplio que en los alimentos abarca distintos aspectos. Así, hablamos de calidad sensorial, nutritiva y microbiológica. En el caso de la carne, un alimento complejo constituido por diversos tejidos, la calidad está condicionada por diversos factores como la especie, la raza y el sexo del animal, el sistema de producción, la alimentación y sus interacciones.

La definición más extendida de calidad de la carne se centra en la percepción objetiva y subjetiva de su composición (relación magro-grasa-tejido conjuntivo) y de sus propiedades sensoriales (aspecto, color y brillo, aroma, sabor, dureza y jugosidad). Sin embargo, más allá de la percepción directa del consumidor, hay otros aspectos que se relacionan con la calidad nutritiva y la seguridad.

Desde el punto de vista nutritivo, la carne, al igual que otros alimentos de origen animal, es una excelente fuente de proteínas con un gran valor biológico y de vitaminas (especialmente B6 y B12) y minerales esenciales (fundamentalmente hierro, zinc, magnesio, potasio, fósforo y selenio).

La cantidad de proteína en la carne puede variar entre un 12 % y un 20 % en función de la especie, de la región anatómica y de la edad del animal. En general, los animales criados en explotaciones intensivas tienden a presentar una carne de composición más homogénea, con menos engrasamiento, especialmente de grasa infiltrada en el músculo. Por tanto, tiene un mayor porcentaje de proteínas, es decir, es una carne más magra que la procedente de la cría en extensivo.

Un conocido ejemplo es la carne de los cerdos ibéricos criados en extensivo o semiextensivo. Las características de la raza, así como el ejercicio y la mayor edad de los animales, confieren un mayor grado de infiltración de grasa, que además es más insaturada, con la consiguiente repercusión en la calidad sensorial y nutritiva. Por su parte, el cerdo de capa blanca procedente de producciones en intensivo proporciona en general una carne más magra y una grasa más saturada, con menores matices sápidos y aromáticos, pero igualmente nutritiva.

Es indudable que las condiciones de cría influyen en la calidad de la carne. Un animal estresado o mal alimentado tendrá un menor índice de crecimiento y una carne más magra y menos jugosa. Los factores estresantes se pueden dar en todos los sistemas de producción. Sin embargo, los veterinarios, de acuerdo con la legislación vigente, velan por que las condiciones sean las adecuadas a lo largo de toda la vida del animal.

Regulación sanitaria

Toda la ganadería en España, independientemente del sistema de producción, está sometida a estrictos controles sanitarios en el ámbito de la legislación de la Unión Europea y de la estrategia De la granja a la mesa, el Pacto Verde Europeo y la iniciativa Una Sola Salud.

Los veterinarios también llevan a cabo las inspecciones pertinentes para garantizar que al mercado llegue carne segura para la salud del consumidor, es decir, procedente de animales sanos, sin enfermedades transmisibles a los humanos y sin sustancias nocivas.

En España existe un Plan Nacional de Investigación de Residuos cuyo objetivo es controlar la presencia de distintas sustancias (antibióticos y otros medicamentos, plaguicidas, metales pesados y otros contaminantes ambientales) en animales vivos y sus productos, y en aguas residuales y piensos. Este plan es de obligado cumplimiento en todas las instalaciones ganaderas.

La comercialización de la carne y sus productos derivados se rige por el Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria, coordinado y aprobado, entre otros, por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), organismo adscrito al Ministerio de Consumo.

Veterinario en una explotación intensiva de porcino. Shutterstock / hedgehog94

Competitividad en el mercado internacional

Además de la ganadería intensiva, y aunque minoritarios, en España conviven otros tipos de producción: ecológica, extensiva, semiintensiva y familiar intensiva de pequeño tamaño. Es el país con mayor superficie de agricultura ecológica de Europa y ocupa el cuarto puesto a nivel mundial. Esta ganadería, que está enfocada a un mercado de mayor poder adquisitivo, es también un sector vigoroso y de incuestionable valor porque está directamente relacionado con la gastronomía, la biodiversidad, la tradición y la vida rural.

En su conjunto, la ganadería española tiene una gran potencia exportadora y tiene, en la calidad de sus producciones, su mayor valor. En 2020, la cadena ganadería- industria cárnica aportó 8 680 millones de euros de exportaciones a la balanza comercial de España y un saldo positivo del 799 %, que contribuyen a paliar el tradicional déficit comercial de nuestro país.

En los países exportadores de carne, las granjas tienden a ser cada vez de mayor tamaño. Ello permite una producción más homogénea y continua, a precios más competitivos y con mayor tecnificación. Resulta difícil competir en el complicado mercado internacional con granjas de pequeño tamaño para exportar carne a países de gran demanda como China, uno de los principales destinos de los productos españoles.

En este sentido, es interesante señalar que la dimensión media de las granjas españolas es actualmente más pequeña que en la mayor parte de los países competidores en el comercio internacional.

¿Deberían prohibirse las granjas grandes?

Los principales perjudicados por la prohibición de cualquier sistema que permita un menor coste de producción son los consumidores de menor poder adquisitivo. En segundo lugar, y en el caso de la producción animal, serían los ganaderos afectados y el sector cárnico en su conjunto los que perderían competitividad en el mercado internacional, y por extensión la economía del país.

Una producción basada exclusivamente en sistemas extensivos supondría que los procesos productivos serían, en muchos casos, más largos (se tardaría más tiempo, por ejemplo, en que un animal alcanzase el peso comercial) y los rendimientos disminuirían (por ejemplo, la producción de huevos por gallina y año sería mucho menor).

Todo lo anterior implicaría que la oferta global de alimentos se reduciría frente a una demanda, como mínimo, estabilizada. Esto provocaría situaciones de escasez y desabastecimiento, con la consiguiente subida de los precios. Este incremento de los precios afectaría fundamentalmente a las familias más desfavorecidas económicamente, que no tendrían, en muchas ocasiones, acceso a alimentos de elevada calidad nutritiva como los de origen animal.

Para paliar esta situación habría que recurrir a la importación de productos más baratos procedentes de otros países más competitivos en precio (por tener salarios más bajos y normativas sanitarias y de bienestar animal menos exigentes que las europeas), pero con menores garantías de cumplir los requisitos de calidad adecuados.

No sería la primera vez que se prohíba o dificulte la producción de un cierto alimento, pero al mismo tiempo se autorice la importación de ese mismo producto procedente de otro país. Desgraciadamente hay muchos ejemplos en ese sentido que explican en buena medida la dificultad que encuentra el sector agroalimentario español para competir, un factor parcialmente responsable de la despoblación rural.

¿Desaparecerá la producción tradicional?

En un mercado competitivo, para que las granjas pequeñas puedan sobrevivir y competir, es preciso que la sociedad valore y demande sus productos. Un aspecto clave es la diferenciación del mercado. Si la producción llega al mercado sin diferenciación y no existe promoción de ningún tipo, solo la eficiencia (el precio) importa, y esto impulsa el incremento de granjas de mayor tamaño.

Se necesita, por tanto, una política agroalimentaria continuada y activa, orientada a la mejora de la tecnificación de todos los sistemas de producción (también de los pequeños), de los canales de comercialización y promoción de los productos y al desarrollo de sistemas de trazabilidad. Es decir, una promoción y orientación del consumo.

En estos principios se basa la Política Agraria Común, que tiene muchos aspectos manifiestamente mejorables en su implementación, pero debería ser el centro de atención de las políticas agrarias y de consumo. Se trata de potenciar y valorizar lo artesano y tradicional, consiguiendo que los consumidores de nivel adquisitivo medio acepten pagar más de 60-70 céntimos por un litro de leche o más de 10 céntimos por un huevo.

La falta de estructuración del mercado es un aspecto clave para el sector agroalimentario español que obliga a los agricultores y ganaderos a competir en un entorno internacional con países que tienen costes de producción mucho más bajos. Este es el reto conjunto que debería abordarse y coordinarse desde los correspondientes ministerios.The Conversation

María Arias Álvarez, Profesora del Dpto. Producción Animal, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid; Clemente López Bote, Catedrático de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid; Felipe José Calahorra Fernández, Profesor de Economía Agraria, Universidad Complutense de Madrid; Manuela Fernández Álvarez, Profesora Titular de Tecnología de los Alimentos, Universidad Complutense de Madrid y María Isabel Cambero Rodríguez, Catedrática de Tecnología de los Alimentos, Universidad Complutense de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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¿Alimentos afrodisíacos? Ya nos gustaría


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Ana Belén Ropero Lara, Universidad Miguel Hernández

Si buscamos “alimentos afrodisíacos” en Internet saldrán cientos de miles de entradas sobre el tema. Entre los alimentos a los que se atribuye esta “estimulante” propiedad están el chocolate, las fresas, las ostras o incluso el ajo. ¿Qué hay de cierto? ¿Se trata de otro más de tantos bulos?

Parece que sí. Basta echarle un vistazo a PubMed, una gran base de datos donde están recopiladas todas las publicaciones de investigación en materia de salud. Al buscar “alimentos afrodisíacos”, los resultados son decepcionantes. No hay artículos que demuestren que podemos mejorar nuestra capacidad sexual ni nuestro deseo con los alimentos por mero placer.

Podríamos poner punto y final aquí a este artículo; sin embargo, seguirían los bulos sobre los alimentos afrodisíacos. Así que, veamos qué dice la investigación exactamente.

Chocolate, fresas y ostras

Desde hace siglos el chocolate tiene la fama de aumentar la libido e incluso de aumentar la fertilidad. Dos artículos de investigación han puesto a prueba esta reputación.

Concretamente, un pequeño estudio realizado en el norte de Italia con 153 mujeres en 2006 analizó el efecto del chocolate sobre el Índice de Función Sexual Femenina. No se encontraron diferencias entre aquellas mujeres que comían chocolate y las que no. Es decir, el chocolate no tenía efecto afrodisíaco.

Otro estudio reciente (2021) realizado en California incluyó a 723 hombres y mujeres mayores de 20 años. Paradójicamente, las mujeres que comían chocolate con más frecuencia indicaron sentir menor interés sexual. Y lo mismo sucedía con hombres menores de 55 años.

En cuanto a las fresas, no hay estudios de sus efectos sobre la función sexual. Por el contrario, algo hay acerca de las ostras, aunque ninguno en humanos.

Concretamente, los estudios en ratones macho con diferentes preparaciones de ostras (carne, péptidos) han mostrado aumento de la testosterona en sangre y mejora de algunos parámetros de deseo y excitación sexual. Así que, por el momento, sigue sin estar demostrado que una cena a base de ostras garantice una noche de pasión entre humanos.

En cuanto al ajo, estudios en roedores macho muestran variaciones en los niveles de testosterona; sin embargo, esta aumenta o disminuye dependiendo del estudio.

Así podríamos continuar de forma indefinida buscando cada uno de los muchos alimentos a los que se les atribuye una propiedad afrodisíaca. El resultado sería similar: ningún alimento ha demostrado efectos afrodisíacos en humanos.

En cuanto a los nutrientes, solo del zinc se ha corroborado que contribuye a la fertilidad y reproducción normales, y al mantenimiento de niveles normales de testosterona. En definitiva, sigue sin ser lo que esperábamos.

La función sexual y sus problemas

En la actividad sexual de hombres y mujeres está implicada toda una colección de neurotransmisores y hormonas. Entre ellos, dopamina, noradrenalina, serotonina, testosterona, estrógenos, oxitocina y cortisol.

La disfunción sexual afecta a varios millones de personas en España. Se estima que un tercio de las mujeres premenopáusicas padecen alguna forma de esta. En cuanto a los hombres, son entre 1,5 y 2 millones los afectados por la disfunción eréctil. Cáncer, diabetes, medicación, hipertensión, problemas cardiovasculares o depresión son algunas de sus causas en ambos sexos.

La aprobación del medicamento llamado Viagra (sildenafil) para su uso en humanos en 1998 supuso un antes y un después en el tratamiento de las disfunciones sexuales. Después le siguieron Cialis (tadalafilo) y Levitra (vardenafilo). Hubo que esperar hasta 2015 a que se aprobara en Estados Unidos el equivalente para mujeres, Addyi (flibanserina). Y en 2019 le siguió Vyleesi (bremelanotide).

También se están investigando los efectos de extractos de plantas como tratamiento para la disfunción sexual. Algunas de estas plantas son el ginseng, el tongkat ali, abrojo (Tribulus Terrestris), maca y muira puama. Sin embargo, una revisión reciente evaluó estas y otros cinco “afrodisiacos” y solo la L-arginina ha demostrado mejorar la función eréctil.

Para quienes sufren algún tipo de disfunción sexual, conseguir placer supone un hito para el que necesitan medicación. La investigación en este campo se dedica a ayudarles a superar esta limitación. Por lo tanto, es comprensible que no se le preste atención al aumento del placer de personas sin ningún tipo de disfunción sexual. Tal vez incluso sea una frivolidad pretenderlo.The Conversation

Ana Belén Ropero Lara, Profesora Titular de Nutrición y Bromatología - Directora del proyecto BADALI, web de Nutrición. Instituto de Bioingeniería, Universidad Miguel Hernández

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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¿Qué come el pollo que comemos?


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Lorena Martínez Zamora, Universidad de Murcia; Gaspar Ros Berruezo, Universidad de Murcia y Gema Nieto, Universidad de Murcia

El alto consumo de pollo requiere el máximo engorde del animal en el menor tiempo posible. La ganadería intensiva supone un estrés para los animales, que se transmite directamente a la carne y sus efectos llegan a los consumidores. ¿Qué alternativas tenemos?

Las tendencias en alimentación, el bienestar animal y la influencia de ambos sobre el medio ambiente son debates cada vez más presentes en la actualidad nacional e internacional. Tanto es así que ya son muchas las organizaciones e incluso gobiernos que abogan por una alimentación más sostenible, reducida en productos cárnicos.

El punto de mira se encuentra sobre la industria ganadera. De hecho, ya en 2015 la organización mundial de la salud relacionaba el padecimiento de cáncer con el consumo habitual de carne roja y productos cárnicos ultraprocesados. A partir de aquellas declaraciones, la industria cárnica y los centros de investigación de todo el mundo han desarrollado nuevos productos enriquecidos con importantes propiedades beneficiosas.

Paralelamente, dada la conciencia social hacia el bienestar animal y a la insostenibilidad del desarrollo de la ganadería industrial intensiva, en los últimos años también se han desarrollado nuevos modelos dietéticos en los que incorporar nuevas fuentes de proteínas que eviten la explotación animal.

Es el caso del desarrollo de proteínas sintéticas “cultivadas” en el laboratorio, fuentes proteicas sintetizadas por bacterias, microalgas o insectos como sustitutos de la carne que pueden ayudar a paliar el hambre.

Aunque el consumo de insectos parece que no termina de asentarse en nuestra sociedad, algunas variedades ya son aceptadas por las autoridades europeas y consideradas como seguras. De hecho, algunas de nuestras mascotas ya disfrutan de alimentos deliciosos y sostenibles cuya base son insectos comestibles.

Sin embargo, aunque el consumo de estos nuevos y beneficiosos productos crece exponencialmente, y de un modo directamente proporcional a la población mundial, ¿son factibles estos cambios en la sociedad actual? ¿Está dispuesto el consumidor de a pie a sustituir la carne por otras fuentes de proteína cuya producción resulta menos contaminante?

698 millones de pollos al año sacrificados

La carne y los productos cárnicos son uno de los grupos de alimentos más consumidos en España. Los productos cárnicos suponen casi un 25 % del total consumido en los hogares.

Solo en 2020, en pleno epicentro de la pandemia que vivimos, el consumo de carne se incrementó en un 10 % con respecto al año anterior, lo que supuso un gasto de 350€ (20,4 % del gasto destinado a alimentación) por los casi 50 kg de carne consumidos por persona al año.

Particularmente, el consumo de carne de pollo, uno de los productos estrella en los frigoríficos españoles, y el más económico, supone el 27 % del total de carne consumida.

Para satisfacer estas necesidades, 696 millones de pollos se sacrificaron en España en 2020, lo que supone un total de casi 800 millones de aves (incluyendo pollos, gallinas, pavos, patos y otros) solo en 2020.

Pero ¿qué comen estos animales para ser rentables para la industria?

Cabezas de ganado sacrificadas en España en el pasado año. Elaboración propia. (MAPA, 2020)

Asegurar el máximo engorde

Un pollo de engorde tiene una vida media de 40-45 días y su dieta, principalmente a base de cereales, varía en función de la fase de crecimiento en la que se encuentren.

Los primeros 5 días de vida son decisivos para la salud del animal y, por tanto, para la calidad de la carne que de él se obtenga. Del primero al quinto día, el pienso se encuentra enriquecido con una amplia variedad de vitaminas, minerales, ácidos grasos y aminoácidos esenciales, necesarios para evitar en gran medida una futura enfermedad y, por consiguiente, el uso de antibióticos u otros medicamentos.

Además, del sexto a decimoquinto día de crecimiento, los pollos son alimentados con una fórmula similar hipercalórica para incrementar su peso, lo que se repite desde los 16 a los 30 días, cuando el porcentaje de cereales, harinas y levaduras se incrementa exponencialmente para asegurar el máximo engorde.

Por último, desde los 31 días hasta el sacrificio del animal, los pollos son alimentados con piensos específicos para equilibrar las proporciones de carne y grasa hasta conseguir el peso máximo.

Durante todo este período es importante que la dieta de los pollos incluya todos los nutrientes necesarios para fortalecer los huesos y, sobre todo, sus patas, ya que, de no ser así, al cuadruplicar su peso, éstas se pueden romper.

Estrategias para una carne más saludable

A pesar de la estricta legislación en materia de seguridad alimentaria y bienestar animal de la Unión Europea, no cabe duda de que la ganadería intensiva supone un estrés para los animales, y su estrés se transmite directamente a la carne que finalmente llega al consumidor.

Ese estrés oxidativo en los productos de origen animal puede disminuirse siguiendo dos vías: estrategias antioxidantes ante mortem, mediante la alimentación del propio animal, y estrategias antioxidantes post mortem, que suponen la aplicación de extractos o aceites esenciales en la elaboración o envasado de productos manufacturados de origen animal.

Estrategias a seguir en la elaboración de productos cárnicos Clean label, más saludables. Fuente: Propia

Por un lado, a través de las estrategias ante mortem, investigaciones recientes han demostrado cómo la incorporación de minerales esenciales y extractos de plantas mediterráneas (como el romero, el tomillo o el olivo) incrementan la calidad de la carne y la salud del animal.

Por otro lado, se han desarrollado estrategias post mortem, durante la elaboración de productos cárnicos (mortadela, salchichas Frankfurt, chorizo, fuet, nuggets de pollo, hamburguesas, etc.), cuyo consumo también crece cada año.

En este caso, la suplementación con extractos de plantas ha demostrado tener grandes propiedades como conservantes, y potenciales beneficios para el cuerpo humano, lo que contribuye a evitar los trastornos de salud derivados de la oxidación y la inflamación celular.

Con todo, las estrategias seguidas en estos estudios proporcionan una herramienta útil para el etiquetado limpio (o clean label, libre de aditivos sintéticos) de los productos de origen animal, donde los aditivos sintéticos con efecto análogo han sido sustituidos por extractos naturales producidos a partir de ingredientes tradicionales mediterráneos.The Conversation

Lorena Martínez Zamora, Doctora en Tecnología de los Alimentos, Nutrición y Bromatología, Universidad de Murcia; Gaspar Ros Berruezo, Nutrición y Bromatología, Universidad de Murcia y Gema Nieto, Profesora titular de Nutrición y Bromatología, Universidad de Murcia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Ya se conocen cuales son los mejores aceites del mundo 2022


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Los 10 mejores aceites del mundo

Un aceite español vuelve a ocupar el primer puesto de la Guía EVOOLEUM 2022, que presenta cada año los 100 mejores AOVEs del mundo, según los Premios Internacionales a la Calidad del Aceite de Oliva Virgen Extra EVOOLEUM Awards, resultado de la alianza entre Mercacei y la Asociación Española de Municipios del Olivo.

La guía, que este año cumple su sexta edición, concede el primer puesto del ranking, con una puntuación de 97 sobre 100, a Olibaeza Premium Picual, elaborado por la Cooperativa El Alcázar, fundada en Baeza (Jaén) en 1951.

Haciendo balance, cinco aceites italianos logran estar presentes en el Top 10, seguido de cuatro españoles y un croata. Además, en el TOP100 hay aceites de las provincias de Almería, Granada, Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén, esta última con 24 galardonados.

En total, 800 muestras de cerca de una veintena de países, entre los que se encuentran España, Italia, Croacia, Portugal, Turquía, Grecia, Estados Unidos, Marruecos, Eslovenia y Argentina. Los aoves presentes están elaborados con variedades como las españolas picual, hojiblanca, cornicabra, arbequina, pajarera, picuda o pico limón; las italianas coratina, frantoio, bosana o dritta; las griegas koroneiki o tsounati; la marroquí picholine; o la croata bianchera istriana.

Los mejores aceites del mundo

1. Olibaeza Premium Picual 
97 puntos). Variedad: Picual. Jaén (España)

2. Monini Monocultivar Frantoio Bio 
(96 puntos). Variedad: Frantoio. Perugia (Italia)

3. Monte Rosso Grand Selection 
(96 puntos). Variedades: Ieccino, Bianchera, Istriana, Pendolino, Maurino y Picholine. Istria (Croacia)

4. Almaoliva Arbequino 
(96 puntos). Variedad: Arbequina. Córdoba (España)

5. Rincón de la Subbética Altitude 
(95 puntos). Variedad: Hojiblanca. Córdoba (España)

6. Schinosa La Coratina 
(95 puntos). Variedad: Coratina. Barletta-Andria-Trani (Italia)

7. Di Molfetta Frantoiani 
(95 puntos). Variedad: Coratina. Barletta-Andria-Trani (Italia)

8. Giove 
(95 puntos). Variedad: Coratina. Bari (Italia)

9. Natyoure Biológico 
95 puntos). Variedad: Coratina. Bari (Italia)

10. Maeva&Toro 
(95 puntos). Variedades: Picual, Hojiblanca y Arbequina. Granada (España)

Los 10 aceites mas económicos premiados de la Guía Evooleum

Ya se conocen los mejores aceites de oliva del mundo que todos los años selecciona la Guía EVOOLEUM World’s TOP 100 Extra Virgin Olive Oils.

Hay 16 cuya botella de 500 ml cuesta menos de 10 euros.

Concretamente, el abanico de precios abarca desde los 3,66 euros del más barato, Molino del Genil Premium Picual, hasta los 9 euros del más caro, Palacio de los Olivos Picual.

Hay aceites para todos los gustos, y de todos los precios, con variedades que van de la picual a la arbequina o la hojiblanca, aceites ecológicos, con Denominación de origen protegida...


Lista de los 10 aceites mas baratos


1. Molino del Genil Premium Picual

De Molino del Genil (Córdoba)

Precio: 3,66 euros


2. La Unidad

De Sociedad Cooperativa del Campo “La Unidad” (Badajoz)

Precio: 4,50 euros


3. Fidelco Gold Coupage

De Aceites Delgado (Guadalajara)

Precio: 5,90 euros


4. Magnolio Cru

De Aceites Olivar del Valle (Ciudad Real)

Precio: 6,50 euros


5. Prólogo Picual

De Jaencoop (Jaén)

Precio: 6,50 euros


6. Finca Badenes Cosecha Propia Picual

De Aires de Jaén (Jaén)

Precio: 6,75 euros


7. Reino de Jaén Cosecha Temprana

De la Sociedad Cooperativa Agrícola San Francisco (Jaén)

Precio: 7 euros


8. Oro de Génave Selección

De Jaencoop (Jaén)

Precio: 7,15 euros.


9. Tierra Laguna Blend

De Productos del Campo Braes (Córdoba)

Precio: 8,90 euros


10. Palacio de los Olivos Picual

De Olivapalacios (Ciudad Real)

Precio: 9 euros


Fuera de esta lista de los aceites de oliva virgen extra españoles más baratos, el que consiguió alzarse como mejor del mundo fue el Olibaeza Premium Picual, que obtuvo 97 puntos sobre 100 posibles. Es de la cooperativa Campo El Alcázar, en Baeza (Jaén) y cuesta 15,50 euros.



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Pelea judicial de Robots de cocina: Thermomix 1- Monsieur Cuisine de LIDL 1



Enero 20, 2022. Vorwerk lleva décadas comercializando en distintas versiones un robot de cocina que fue evolucionando y ganando mercado con tanto éxito que el concepto robot de cocina equivalía al nombre de su producto, "Thermomix". 

Pero un buen día Lidl, el gigante alemán de los supermercados de alimentación que vende de todo, tomó buena nota de lo que a la gente le gustaba del robot de Vorwerk, y diseñó el suyo propio de nombre "Monsieur Cuisine" y lo puso a la venta en sus tiendas a un precio más barato.

Fue un éxito total que amenazaba la hegemonía que hasta entonces tenía  Vorwek en este campo, por lo que interpuso una denuncia por violación de patente en el Juzgado Nº5 de lo Mercantil de Barcelona que la aprobó, por lo que Lidl tuvo que retirar a Monsieur Cuisine de sus supermercados.

Lidl naturalmente recurrió ante la Audiencia Provincial y el recurso interpuesto lo ha terminado ganando, pues ha considerado la infracción de patente nula. Los magistrados han entendido primero que Vorwerk amplió de forma ilegítima la patente en el transcurso de la denuncia, y también que no existe infracción al incorporar Monsieur Cuisine algunos aspectos novedosos respecto al diseño original de Thermomix, como  el sistema de apertura de la tapa mientras trabaja el brazo agitador).

Ahora Lidl podrá volver a comercializar su robot de cocina, si bien la sentencia no pone punto y final al litigio entre ambas compañías, pues Vorwerk aún puede recurrir al Tribunal Supremo.

Las patentes básicas de Thermomix caducaron años atrás, y Vorwerk sólo retiene algunos derechos sobre determinados mecanismos de su robot de cocina. Lidl aprovechó los resquicios que la ley de patentes le permite para lanzar su propio robot de cocina, y en la misma situación están muchas otras empresas que comercializan aparatos similares, pues hay múltiples versiones a la venta comercializadas por distintas marcas. 


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Por una ganadería extensiva y sostenible, y una carne de calidad


Un chuletón al punto es imbatible, si. Pero de ganadería extensiva.
C.Peiteado

Estamos viviendo un intenso debate en torno a la carne. ¿Chuletón si o no? Ojalá se pudiese solucionar la crisis del campo, la climática, la de la España vaciada y la de salud contestando a esa simple pregunta. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. 

Pandemias, cambio climático, despoblamiento rural, pérdida de biodiversidad… son elementos de un cocktail íntimamente ligados a un sistema alimentario fallido. La forma mayoritaria en la que producimos, elaboramos, distribuimos, consumimos y despilfarramos alimentos afecta a nuestra salud y la del planeta.

La ampliamente subvencionada intensificación agraria está agotando y contaminando nuestros ríos, desertificando el suelo en el que producimos alimentos y deforestando bosques más allá de nuestras fronteras. Todo, para producir más alimentos de los que necesitamos y acabar tirando un 40% de los mismos a la basura.
 
A estos impactos ambientales se suma el sanitario, relacionado con el incremento de las enfermedades debidas a una dieta inadecuada (excesiva en proteínas animales, grasas, azúcares y sales) y el coste público asociado. Sin perder de vista, en el caso de la ganadería industrial, el abuso en el uso de antimicrobianos y su relación con un problema emergente, el de la resistencia a antibióticos, calificado por la Organización Mundial de la Salud como una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo.
 
Mientras, se imponen modelos de producción intensiva de alimentos en grandes explotaciones, la concentración del poder alimentario en unos pocos actores crece y, cada día, se abandonan las fincas de mayor valor socioambiental, de las que la ganadería extensiva es bandera, y con ello se produce el vaciamiento de nuestros pueblos.
 

MENOS CARNE Y DE GANADERÍA EXTENSIVA

Los expertos en salud recomiendan menos ingesta y que el origen de la misma sea de ganadería extensiva, pero el tema se complica si se mete en el mismo saco a la ganadería industrial y a la extensiva. Y no es lo mismo.
 
La ganadería industrial tiene una elevada huella ambiental, porque es completamente dependiente de los combustibles fósiles y los piensos importados. En algunos casos, como la producción porcina y avícola, son sistemas que llegan a estar totalmente desvinculados del territorio. A esto se añade el impacto de la gestión inadecuada de purines, que contaminan suelo y aguas, la situación en la que se mantiene a los animales y el hecho de que en gran medida están orientadas a la exportación. Todo ello supone un coste inasumible para el bienestar de los habitantes de muchos pueblos, de los animales y los ecosistemas.
 
En cambio, la ganadería extensiva aprovecha adecuadamente los recursos naturales mediante el pastoreo. Se caracteriza por el empleo de razas locales adaptadas al medio, que respetan el bienestar de los animales y cuida del territorio. Crea empleo en nuestros pueblos, fijando población en zonas rurales, provee alimentos sostenibles y de calidad, contribuye a la soberanía alimentaria y reconecta el campo y la ciudad, a través de los paisajes, la cultura y la gastronomía que preserva. Su desaparición conlleva desaprovechar los pastos, importantes sumideros de carbono, e incrementa el riesgo de incendios forestales. En definitiva, el pastoreo es imprescindible para alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo, en especial de las estrategias de la granja a la mesa y biodiversidad 2030, así como los marcados en la Agenda 2030 y en el Acuerdo del Clima de París. 
 

RECONOCIMIENTO DE LA GANADERÍA EXTENSIVA

El problema es que son precisamente estos ganaderos y ganaderas extensivos los que se ahogan en un mar de burocracia y no ven una salida digna para sus producciones en el mercado. Sus alimentos no se diferencian de los de la ganadería intensiva, con la que compiten en desigualdad de condiciones en los lineales. Tampoco encuentran el apoyo que merecen de las políticas públicas, en especial de la Política Agraria Común (PAC), para mantener una renta justa que les permita continuar. Y, por si fuera poco, su labor queda oculta, sin obtener el justo reconocimiento social.
 
Ante este panorama, en WWF se trabaja por una agricultura y ganadería en la que la carne, dependiendo de cuál, es parte del problema o de la solución. La apuesta es por una ganadería extensiva con futuro como forma dominante de producción ganadera, manteniendo su viabilidad y los bienes que genera. Asegurando, a la par, una alimentación sana, accesible y de calidad para todas las personas: más frutas, mas verduras y legumbres; y la carne, para quien la elija, de pastoreo. 
 

ESTRATEGIA ESTATAL POR LA GANADERÍA EXTENSIVA

Para lograrlo WWF pide una Estrategia Estatal por la Ganadería Extensiva, con presupuesto adecuado y que aborde los problemas y las oportunidades del sector.
 
Una Estrategia consensuada, basada en primer lugar en la caracterización y diferenciación entre ganadería intensiva y extensivaque promueva un etiquetado estatal claro para todos los alimentos, y en especial los de origen animal, y asegure, vía mercados y políticas, unos precios justos para los y las ganaderas extensivos. Una Estrategia que, con dinero y apoyo público, premie los bienes que proporciona la ganadería extensiva a la sociedad. Una Estrategia que reconozca la labor de estos productores de alimento y paisaje,en especial la de las mujeres, permitiendo conservar los pastos e impulsando la ganadería extensiva y ecológica. Una Estrategia que fije una moratoria estatal estricta para las macro granjas y unas herramientas que aseguren la necesaria disminución progresiva de la cabaña ganadera industrial.
 
Si cse lograra que esta Estrategia se apruebe, se habrá dado un gran paso en el camino, pero no el último. Porque el gran debate pendiente seguirá siendo qué modelo de alimentación queremos y qué tipo de agricultura y ganadería necesitamos para alcanzarlo.
 
En algunas zonas de España aún se puede ver ganado en el campo, pero si nuestros políticos se diesen una vuelta por otras, donde el abandono del pastoreo y la proliferación de macrogranjas están a la orden del día, se evitarían debates frívolos y comprenderíamos que la urgencia e importancia del asunto no es solo cosa de si chuletón sí o no, sino sobre cómo, dónde y quién lo ha producido.


Celsa Peiteado es la Responsable del programa de alimentos en WWF España.

El artículo original fue publicado el 18 de Agosto de 2021, y se puede leer en la web WWF
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