Las personas con trastornos de conducta alimentaria (TCA) tienen una relación y unos patrones diferenciales respecto a la alimentación. En el periodo navideño estos pueden reforzarse, ampliarse o volver a activarse. De hecho, el exceso de comidas, tanto en cantidad como en frecuencia, supone un contexto de mayor riesgo de recaída.
Para que estas personas se sientan comprendidas, es necesario implicar a la familia y amigos. Así facilitaremos que cada comida familiar no les suponga un obstáculo.
¿Qué caracteriza un TCA?
El rasgo más característico en los TCA es la intensa preocupación por el peso y la figura corporal. Junto a él, las alteraciones en los comportamientos y actitudes relacionados con la alimentación.
Existen diferencias en cuanto a la gravedad. El abanico va desde la anorexia nerviosa hasta las manifestaciones subclínicas, pasando por la bulimia y el trastorno por atracón.
La psicopatología específica de los TCA señala el “núcleo psicopatológico del problema”. Este se encuentra en los hábitos de ingesta, la sobrevaloración de la figura, del peso corporal y su control.
Normalmente, las personas nos autoevaluamos en función de la percepción que tenemos de nuestro desempeño en distintos ámbitos de la vida. Por ejemplo, las relaciones interpersonales, el trabajo, la familia, los intereses personales…
Sin embargo, las personas con TCA se juzgan a sí mismas casi exclusivamente en base a sus hábitos de ingesta, figura, peso corporal y capacidad para controlarlos.
Es por ello por lo que las fiestas navideñas, en las que el foco principal se sitúa en la comida y el alcohol, suponen todo un reto. No solo para las personas con TCA con un patrón de hábitos basados en un férreo de control sobre su alimentación, prohibiéndose a sí mismas flexibilizarlo, sino también para aquellas en el que su patrón de alimentación se rige en una relación de descontrol.
¿Cómo puede actuar el entorno al respecto?
La familia y la red de apoyo de las personas con TCA son fundamentales. Tienen un papel indispensable durante el tratamiento, el mantenimiento de los resultados y en la prevención de posibles recaídas.
Debido a la incidencia de estos trastornos en fechas como las señaladas, es muy importante implicar y educar al núcleo familiar. El objetivo es que quien sufre uno de estos trastornos no se sienta diferente al resto en las comidas navideñas. Ponernos en su lugar es una de las claves para ayudarle durante cualquier época del año.
Ahora bien, no solo la alimentación desempeña un papel importante en estas celebraciones para las personas con TCA. Las dinámicas familiares pueden conllevar factores predisponentes o precipitantes para iniciar o retomar hábitos alimenticios desadaptados.
Es el caso de comentarios sobre el peso o el aspecto físico, sobre lo poco o mucho que se ha comido, así como actitudes críticas hacia algún ámbito de la vida de la persona. Todo ello puede desencadenar un aumento de su ansiedad hacia situaciones o contextos similares.
El entorno de las personas con TCA debe tener en cuenta que puede haber momentos en los que no sepan cómo comportarse. Incluso en los que no estén a gusto en grandes reuniones. Es precisamente el caso del que hablamos: fiestas donde la comida es la gran protagonista y todo gira en torno a ella.
Como adelantábamos, la obligación de acudir a estos eventos familiares puede suponer una desregulación en su estado de ánimo. Por lo tanto, es importante tener en cuenta una serie de pautas, como no presionar para que coman o dejen de comer y servir los alimentos en cada plato, minimizando los platos para compartir.
¿Qué pautas son aconsejables para las personas con TCA en las fiestas navideñas?
Es innegable, por todo lo comentado, que la Navidad puede ser una época difícil para las personas con TCA. La recomendación es que intenten seguir con la rutina recomendada por profesionales en la medida de lo posible.
Por ejemplo, es preferible que realicen las mismas comidas que en su día a día, procurando no saltarse ninguna de ellas. También, conviene tener presente, en estas fechas más que nunca, los motivos por los que acudieron a terapia o si muestran intención de mejora su salud física y mental. Esto las facilitará huir de la dualidad restricción o atracón.
Comer abarca múltiples procesos de autorregulación, incluidos los fisiológicos, los conductuales, los emocionales y los sociales. Es por esto por lo que, en personas con TCA, es aconsejable practicar ejercicios de relajación antes de las comidas más copiosas. Pueden ser respiraciones diafragmáticas antes o durante la comida, meditaciones…
Practicar la alimentación consciente) ayuda a estar presente con todos los sentidos y dificulta hábitos nocivos relacionados con la comida.
La meditación de atención plena, basada en el desarrollo de la conciencia y el uso apropiado de las señales de hambre y saciedad, es un posible mecanismo para abordar los problemas centrales de la alimentación desregulada.
Para terminar, mejor no alargar las sobremesas. La sensación de estar comiendo durante un periodo de tiempo prolongado hace que la atención en las sobras ocupe a los comensales. Por ello, es recomendable retirar los platos de la mesa una vez termine el evento. Puede continuarse la sobremesa con otras actividades.
En definitiva, si para la mayoría de las personas las fiestas navideñas suponen unos días de desregulación en la alimentación, para las personas con TCA esto se ve acrecentando.
Identificarlo, entenderlo y ponerse en el lugar de la persona que lo sufre son los primeros pasos para reconstruir una relación saludable con la comida sostenida en la regulación emocional, el control adaptativo y la autoevaluación no basada en la psicopatología.
Fátima Servián Franco, Psicóloga General Sanitaria. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.