Por una ganadería extensiva y sostenible, y una carne de calidad


Un chuletón al punto es imbatible, si. Pero de ganadería extensiva.
C.Peiteado

Estamos viviendo un intenso debate en torno a la carne. ¿Chuletón si o no? Ojalá se pudiese solucionar la crisis del campo, la climática, la de la España vaciada y la de salud contestando a esa simple pregunta. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. 

Pandemias, cambio climático, despoblamiento rural, pérdida de biodiversidad… son elementos de un cocktail íntimamente ligados a un sistema alimentario fallido. La forma mayoritaria en la que producimos, elaboramos, distribuimos, consumimos y despilfarramos alimentos afecta a nuestra salud y la del planeta.

La ampliamente subvencionada intensificación agraria está agotando y contaminando nuestros ríos, desertificando el suelo en el que producimos alimentos y deforestando bosques más allá de nuestras fronteras. Todo, para producir más alimentos de los que necesitamos y acabar tirando un 40% de los mismos a la basura.
 
A estos impactos ambientales se suma el sanitario, relacionado con el incremento de las enfermedades debidas a una dieta inadecuada (excesiva en proteínas animales, grasas, azúcares y sales) y el coste público asociado. Sin perder de vista, en el caso de la ganadería industrial, el abuso en el uso de antimicrobianos y su relación con un problema emergente, el de la resistencia a antibióticos, calificado por la Organización Mundial de la Salud como una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo.
 
Mientras, se imponen modelos de producción intensiva de alimentos en grandes explotaciones, la concentración del poder alimentario en unos pocos actores crece y, cada día, se abandonan las fincas de mayor valor socioambiental, de las que la ganadería extensiva es bandera, y con ello se produce el vaciamiento de nuestros pueblos.
 

MENOS CARNE Y DE GANADERÍA EXTENSIVA

Los expertos en salud recomiendan menos ingesta y que el origen de la misma sea de ganadería extensiva, pero el tema se complica si se mete en el mismo saco a la ganadería industrial y a la extensiva. Y no es lo mismo.
 
La ganadería industrial tiene una elevada huella ambiental, porque es completamente dependiente de los combustibles fósiles y los piensos importados. En algunos casos, como la producción porcina y avícola, son sistemas que llegan a estar totalmente desvinculados del territorio. A esto se añade el impacto de la gestión inadecuada de purines, que contaminan suelo y aguas, la situación en la que se mantiene a los animales y el hecho de que en gran medida están orientadas a la exportación. Todo ello supone un coste inasumible para el bienestar de los habitantes de muchos pueblos, de los animales y los ecosistemas.
 
En cambio, la ganadería extensiva aprovecha adecuadamente los recursos naturales mediante el pastoreo. Se caracteriza por el empleo de razas locales adaptadas al medio, que respetan el bienestar de los animales y cuida del territorio. Crea empleo en nuestros pueblos, fijando población en zonas rurales, provee alimentos sostenibles y de calidad, contribuye a la soberanía alimentaria y reconecta el campo y la ciudad, a través de los paisajes, la cultura y la gastronomía que preserva. Su desaparición conlleva desaprovechar los pastos, importantes sumideros de carbono, e incrementa el riesgo de incendios forestales. En definitiva, el pastoreo es imprescindible para alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo, en especial de las estrategias de la granja a la mesa y biodiversidad 2030, así como los marcados en la Agenda 2030 y en el Acuerdo del Clima de París. 
 

RECONOCIMIENTO DE LA GANADERÍA EXTENSIVA

El problema es que son precisamente estos ganaderos y ganaderas extensivos los que se ahogan en un mar de burocracia y no ven una salida digna para sus producciones en el mercado. Sus alimentos no se diferencian de los de la ganadería intensiva, con la que compiten en desigualdad de condiciones en los lineales. Tampoco encuentran el apoyo que merecen de las políticas públicas, en especial de la Política Agraria Común (PAC), para mantener una renta justa que les permita continuar. Y, por si fuera poco, su labor queda oculta, sin obtener el justo reconocimiento social.
 
Ante este panorama, en WWF se trabaja por una agricultura y ganadería en la que la carne, dependiendo de cuál, es parte del problema o de la solución. La apuesta es por una ganadería extensiva con futuro como forma dominante de producción ganadera, manteniendo su viabilidad y los bienes que genera. Asegurando, a la par, una alimentación sana, accesible y de calidad para todas las personas: más frutas, mas verduras y legumbres; y la carne, para quien la elija, de pastoreo. 
 

ESTRATEGIA ESTATAL POR LA GANADERÍA EXTENSIVA

Para lograrlo WWF pide una Estrategia Estatal por la Ganadería Extensiva, con presupuesto adecuado y que aborde los problemas y las oportunidades del sector.
 
Una Estrategia consensuada, basada en primer lugar en la caracterización y diferenciación entre ganadería intensiva y extensivaque promueva un etiquetado estatal claro para todos los alimentos, y en especial los de origen animal, y asegure, vía mercados y políticas, unos precios justos para los y las ganaderas extensivos. Una Estrategia que, con dinero y apoyo público, premie los bienes que proporciona la ganadería extensiva a la sociedad. Una Estrategia que reconozca la labor de estos productores de alimento y paisaje,en especial la de las mujeres, permitiendo conservar los pastos e impulsando la ganadería extensiva y ecológica. Una Estrategia que fije una moratoria estatal estricta para las macro granjas y unas herramientas que aseguren la necesaria disminución progresiva de la cabaña ganadera industrial.
 
Si cse lograra que esta Estrategia se apruebe, se habrá dado un gran paso en el camino, pero no el último. Porque el gran debate pendiente seguirá siendo qué modelo de alimentación queremos y qué tipo de agricultura y ganadería necesitamos para alcanzarlo.
 
En algunas zonas de España aún se puede ver ganado en el campo, pero si nuestros políticos se diesen una vuelta por otras, donde el abandono del pastoreo y la proliferación de macrogranjas están a la orden del día, se evitarían debates frívolos y comprenderíamos que la urgencia e importancia del asunto no es solo cosa de si chuletón sí o no, sino sobre cómo, dónde y quién lo ha producido.


Celsa Peiteado es la Responsable del programa de alimentos en WWF España.

El artículo original fue publicado el 18 de Agosto de 2021, y se puede leer en la web WWF
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